“Un cabello de estambre tan rojo como sangre, un vestido azul pistache, unos ojos cual vidrio amarillo y unas mejillas rosadas como lirios, su sonrisa es larga y aguda, ella es la más bella y que su belleza duele de verla, es la muñeca más perfecta… juguete y humana”
Eso era la nota de encontraron el 16 de febrero del 2014 en la casa en ruinas del hombre Martin Feith, concluyeron que había sido una venganza. Un arreglo de cuentas, la casa contenía 99 muñecas…pero faltaba una, una a la cual buscaban desde hacía tiempo.
“La Più Bella” la única muñeca humana.
Una muñeca la cual había traído muerte y desapariciones desde el día de su creación. Pero regresemos un tiempo atrás, en que ella era una joven cualquiera.
Origen:Demasiado fácil, pensé. Aunque por un momento lo sentí todo lo contrario. Desde mi ventajosa posición diagonal al otro lado de la calle, mire a la chica a la cual había estado observando durante los últimos treinta minutos, llevaba el cabello anaranjado recogido, parecía tranquila sin embargo, sus labios se fruncieron durante segundos mientras miraba fijamente el suelo ante sus pies. Algo cambiaba. Estaba lo suficientemente cerca para verla, pero a la vez lo suficientemente oculto a la lejanía, que cualquiera que tratara de encontrarme, solo miraría un vehículo oscuro a la distancia con los vidrios tenue mente pintados. Era casi invisible como la chica trataba de ser. ¿Podía sentir mis ojos sobre ella? ¿Acaso me podía ver?
La idea de aquello me hizo sonreír. Contra toda lógica, su manera de evitarme y presentir el peligro me atrajo y de alguna manera me gusto.
Miré mi reloj y de nuevo a la chica. El autobús llegaba tarde, aparentemente frustrada la chica se sentó en el suelo con su mochila en las rodillas. Cada día era lo mismo, ella sentada sola bajo el mismo árbol cerca de la desolada calle, acaso… ¿nadie notaba su belleza no norma? ¿La simpleza y elegancia de sus movimientos? Yo era el único.
Seguro era pobre, el uniforme que portaba estaba mal gastado por tantas lavadas, con un jabón corriente… eso era importante, si desaparecía a alguien pobre, nadie lo notaria.
La chica no hizo ademan de irse de la parada, al parecer se quedaría aunque el camión llegara una hora después, eso era algo interesante de ella. ¿Tanto le gustaba la escuela? O quizá… alguna problema en su casa el cual deseaba no tomar en cuenta.
Si ella odiaba su casa, eso me haría las cosas más fáciles.
Quizá ni siquiera darían rescate por ella, reí entre dientes con la idea.
Miré su atuendo sin forma, uniforme color magenta hasta más debajo de las rodillas, que cubría por completo sus piernas, seguro a la escuela la cual asistía no se lo permitía más arriba, con una sudadera gris que cubría sus dedos y la hacía verse torpe y lenta, y una mochila más pesada que su propio cuerpo. No era atractiva, o eso quería aparentar. En mis manos, la haría verse bien. Pero era un peligro que alguien más la viera y se diera cuenta de aquella belleza.
Debía actuar rápido. Al otro lado de la calle, la chica jugaba con sus auriculares, sus ojos escarlatas miraban con aburrimientos sus pies. Era hermosa, muy hermosa… no deseaba que nadie más la viera y lo notara. La seguí observando, planeando en mi mente todos los movimientos.
Ella era como una muñeca, motivo por el cual la quería, me hacía recordar las muñecas que solía hacer mi abuela, las cosía, vestía y hacia hermosas… siempre decía que algún día haría a la muñeca perfecta, tan hermosa que todos quisieran tenerla, ella falleció sin cumplir su deseo.
Sacudí mi cabeza sacando los recuerdos, me alarme al escuchar ruido del autobús escolar llegar a la parada, y mire como la cara de la chica se relajó con alivio. La chica subió lentamente al autobús pero antes de marcharse ella giro su rostro hacia mi dirección y aunque estaba seguro que no me podía ver, sentí como sus ojos me detectaron. Ella se marchó.
Una semana más tarde, estaba sentado en el lugar habitual, esperando la llegada de la chica para llevar a cabo el plan, estaba a punto de irme cuando la observe doblar la esquina, llego sin aliento, casi frenética.
La mire por la ventana del coche, ella daba vueltas con las manos en la cabeza seguramente
maldiciéndose por llegar tarde. Minutos después, la chica comenzó a llorar, ahí mismo en la acera frente a mí. Las lágrimas habían sido siempre inmunes ante mí, no me provocaban nada… pero las lágrimas de aquella chica… me fascinaban, de nuevo estaba viéndola fijamente con una sonrisa en mi rostro.
Trate de guardar la imagen de su rostro como recuerdo, de aquellas lagrimas tan hermosas que me gustaban hasta que mi mente divago en todas las posibilidades de hacerla llorar.
La fantasía duro poco.
Un coche se detuvo frente a la chica, “mierda” gemí mientras apartaba las imágenes de mi mente.
Casi no podía creer lo que estaba sucediendo, unos estúpidos estaban intentando ligarse a mi muñeca, mire como la chica agito la cabeza negando la invitación de subir en el coche con ellos. Pero los tipos no entendían, ella se estaba alejando de la parada del autobús pero los hombres la seguían en su coche.
Salí de la esquina bastante seguro a que ella le temía a ellos y no a mí, rece a que ella no me reconociera y se diera cuenta que la vigilaba ya de hacía tiempo. Por el momento parecía bastante aterrorizada con los dos hombres como para no darse cuenta de mi presencia.
Cruzó la calle y camino de espaldas a mi dirección, todo sucedió rápido, su cuerpo choco contra el mío y se alarmo inmediatamente, la tome entre mis brazos y sonreí abiertamente.
—Oh, por fin te encontré…. —ella se sorprendió, analizando la situación-“sígueme la corriente”-murmure lo más bajo posible, entonces ella lo entendió.
—A-a hola… te estaba esperando —murmuro automáticamente, y aunque trataba de parecer segura, los nervios la devoraban.
El coche y los dos hombres se alejaron finalmente a toda velocidad, con una nube de humo y neumáticos chirriando. La chica sonrió agradecida y aliviada, si tan solo supiera que estaba más segura con ellos…
—Gracias —murmuro tras minutos, parecía tranquila- tuve miedo pero, me salvaste –ella enmarco una sonrisa— Gracias, fuiste mi héroe.
—No, no soy héroe —dije tratando de alivianar el ambiente espeso. Debía hacerlo ahora, la calle estaba sola y solo éramos ella y yo… era el momento perfecto.
—M-m-me llamo —ella seguía tímida y ansiosa, contuve una sonrisa mientras la veía tratando de hablar, no estaba tratando de ser graciosa, era más bien como si ella tratara de tener más confiesa— Mi nombre es…
—No importa —le dije interrumpiéndola y ella poso sus ojos en los míos, ahora estaba más confundida, entonces sus ojos notaron el peligro, y ella se alejó unos pasos atrás, pero era tarde, la tome por la muñeca obligándola a mi agarre-como dije… no soy un héroe.
Despertó con un dolor horrible de cabeza, sus ojos escarlatas se movieron buscándome pero la oscuridad de la habitación se lo impedía. Asustada intento moverse, solo para descubrir que la droga aun tenia efectos, sus pasos eran lentos y torpes…
Sus manos habían sido atadas atrás de su espalda, sus piernas estaban sueltas para que se sintiera menos apretada, aun así parecía estar molesta.
Una vez más intento enfocar sus ojos en la oscuridad, al no poder divisarme su primer instinto fue gritar, y la comprendí, eso es lo que haces cuando tu peor pesadilla sucede, pero solo era el inicio de lo que le pasaría… ella era una muñeca, y tenía que ser perfecta.
-Bien, por fin estas despierta mi hermosa muñeca.
Ella trato de seguir la dirección de mi voz, asustada se quedó callada.Tras varios minutos, hablo.
— ¡Déjame ir! —grito tan fuerte como pudo, como si estuviera muriendo— ¡ayuda! ¡Que alguien me ayude!
Se retorció en todas las direcciones, desesperada pedía clemencia, ayuda, que un “héroe” la salvara. Estábamos bastante lejos de su hogar para que alguien le ayudara, ella era mía quisiera o no.
—Vamos, no grites… solo cansaras tu garganta. ¿Y no queremos eso verdad?
Ella guardo silencio.
— ¡Bienvenida a nuestro nuevo hogar! —Grite sonriente en la oscuridad— esta solía ser la casa de mi abuela, aquí ella fabricaba sus muñecas y bueno… debo cumplir su mayor sueño. Y para eso, te necesito.
—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda!
Desesperado me acerque a ella y esta retrocedió cayendo de espaldas, controle mi instinto de golpearla y solo la tome por la barbilla fuertemente.
—Soy tu amo y tu mi muñeca, así que ¿porque no sigues mis órdenes y te callas de una jodida vez?
—No te hice nada —su voz aguda recorrió la habitación y reí ante sus palabras.
—Todavía no, pero lo harás.
—Por favor déjame ir —lloriqueo— prometo no decirle a nadie. Solo quiero ir a casa.
- ¿Casa? Tu odias tu casa… yo lo sé —susurre— te conozco mejor que nadie. Aparte… déjame darte un consejo, nunca le digas a un secuestrador que no dirás nada… solo provocaras su instinto y será peor…
Aparte su cabello del rostro, tratando de tranquilizarla.
—Por favor —siguió llorando— solo… déjame ir.
—No puedo —susurre— y, más que eso… no quiero.
Por un momento ella callo, su respiración y la mía juntas en un vacío.
—Te diré lo que voy a hacer… te haré lo que mi abuela quiso siempre… su muñeca perfecta. Una la cual fuera más bella que otras, mitad humana… mitad juguete. Sera divertido te lo apuesto. Solo que… no garantizo que no dolerá. Ya entiendes ¿no?
—M-m-muñeca… ¿humana?
Su cuerpo se congelo al pronunciar aquella palabra, no grito, no hizo nada… solo se quedó pensativa sentada en la habitación. Podía observar su pánico.
—Sí… esa es la palabra —mi voz era ronca, despojada de toda bondad—serás mi juguete. Ahora comencemos.
Todo lo que hacía era llorar mientras la desataba, sentía sus miembros rígidos y entumecidos, todo su cuerpo estaba dormido... quizá por el miedo. Intento moverse, patearme o golpearme. Y de nuevo sus esfuerzos fueron inútiles.
La levante de la cama cuidadosamente, su pesada cabeza colgaba sobre mi brazo, podía sentir su ropa contra mi piel y como ella temblaba por tal hecho.
— ¿qué es lo que harás? —me pregunto.
— ¿Qué haré? Es algo lógico ¿no?... debemos hacer el cambio. Y
pronto.
Asustada y envuelta en pánico ella comenzó a forcejear, fue entonces que la apreté y ella se quejó de dolor. —Para de luchar —la amenace.
Ella se quedó inmóvil, mientras cruzábamos por un enorme pasillo hasta la habitación de las 99 muñecas, ahí… era donde mi abuela las fabricaba. Donde su colección esperaba a la muñeca humana…
La dejé en la mesa y cerré la puerta tras nosotros, instintivamente ella trato de golpearme y lograr ser libre… solo obtuvo un golpe como respuesta y cayó al suelo sangrando.
—Te dije que dejaras de luchar… solo tu empeoras las cosas. Ahora, ¿quieres otro golpe o me dejas continuar?
—Eres un… —hubo una pausa y ella guardo silencio limpiándose la sangre del rostro.
-Sí, lo sé.
La tome por los brazos y la volví a subir a la mesa, atando sus manos con cadenas ella se quedó inmóvil, seguía luchando como cualquiera lo haría, pero sabía que era más que inútil… Observando las muñecas frente a nosotros, parecía que observaban el espectáculo y sonreí con la idea de que ellas lo deseaban tanto como yo.
Primero me asegure que la poca anestesia que tenía le sirviera, aunque estaba seguro que ella lograría sentir todo lo que yo le hiciera. Abrió la boca para hablar cuando le coloque la mascarilla, sorprendida trato de durar despierta pero sus ojos se fueron cerrando con los minutos.
Pero… ¿Cómo comenzaría?
Entonces, recordé la canción que mi abuela me solía cantar sobre su muñeca perfecta.
“Un cabello de estambre tan rojo como sangre, un vestido azul de pistache, unos ojos cual vidrio amarillo y unas mejillas rosadas como lirios, su sonrisa es larga y aguda, ella es la más bella y que su belleza duele de verla, es la muñeca más perfecta, juguete y humana”
Debía seguir la canción al pie de la letra.
La tome del cabello, para tirarlo una forma extraña. Me gustaba su color anaranjado, pero… debía ser estambre. Tan rojo como sangre.
—Voy a cortarte el cabello… aunque es hermoso, pero no como el de una muñeca.
Entonces, lo jale con todas mis fuerzas, su cabeza reboto por tan acto… solo logre arrancar un poco de cabello manchado de la sangre de su cráneo y con un poco de piel. Esta vez lo tome en un agarre más fuerte y logre arrancarlo de un tirón. La sangre salto en chorros manchándome. Divertido sonreí.
Tomé la aguja e hilo de la mesa más cercana a mí, el estambre se pegó casi de forma natural a su cráneo. Tan rojo y hermoso, le hice dos coletas. Le gustaba, casi podía ver una sonrisa en su rostro dormido.O quizá una mueca de dolor, ¿estaba sintiendo todo lo que hacía?
— “Unos ojos cual vidrio amarillo” —tarareé.
Pasando mi mano por su garganta la lleve hasta sus ojos cerrados, me estremecí de miedo… amaba esos ojos. Pero tenía que hacerlo.
Las muñecas me observaron y como si estas tuvieran vida, me ordenaron “hazlo”
Con una cuchara de tamaño medio la introduje por su retina, lo suficientemente profundo para poder sacar el ojo de un jalón leve. Uno por uno fue sacado y fueron remplazados por unos de vidrio de un amarillo fosforescente.
—linda, estas linda. Mírate… que lindos ojos —solté una carcajada, esto me gustaba.
Luego fue su sonrisa, su boca pequeña y roja. La bese. Tome el cuchillo a mi costado, “una sonrisa larga y aguda” me repetí lo que la canción decía. Metí el cuchillo por su mejilla derecha… luego tire hacia la izquierda en forma circular, como si ella estuviera sonriendo siempre. Luego fue hacia la derecha… ¡si era una sonrisa! ¡La sonrisa perfecta!
Corte su uniforme poco a poco, dejándola desnuda me reprimí el impulso de hacerla mía, primero era el cambio luego el beneficio.
La abuela tenia cientos de vestidos, demasiado pequeños para una mujer, pero antes de fallecer ella lo dejo listo. Ella sabía que yo lograría su deseo, me preparo desde pequeño. Me hizo lo que soy hoy.
Un lindo vestido verde pistache. La vestí con él y apreté su cintura lo más que pude, hasta que un ruido extraño como el de huesos rotos se escuchó y su espalda cayo hacia atrás. Ahora tenía la cintura más pequeña que mis ojos habían visto.
Hermosa, ella se estaba volviendo hermosa.
—Linda muñequita humana, ya estas lista.
Cuando despertó, comenzó a gritar al instante, tocándose el rostro, sus ojos… a ella no le gustaba. No veía lo hermosa que era. Por un momento fue cómico, cuando la solté de las cadenas ella se levantó tropezando, tratando de hallar un equilibrio. Su mano floto hacia su cara, y una mueca de dolor se mostró en esta.
—Tranquila, ya eres una muñeca… ¿no te alegra?
—No veo… ¿qué?… ¿porque?… tu. No soy una muñeca —ella se giró hacia mí, era un tanto extraño observarla moverse o hablar, cuando lo hacia su boca se abría por las comisuras de su sonrisa y era de una manera grotesco.
—Te llamaré, como cojones quiera “muñeca” me perteneces ¿entiendes…?
Me quedé callado, nadie me hablaba así… instintivamente la empuje y ella rodo al suelo. Mi nueva muñeca era un poco rebelde, pero la haría entender quisiera o no. Después de todo yo era su dueño.
Ella se quedó ahí, sentada sin saber que hacer… solo guiándose por los sonidos a su alrededor, sus ojos vidriosos me siguieron, como si realmente pudiera ver por ellos.
—Mi nombre es… —murmuro en medio del silencio. Y supe que su cordura se había evaporado— ¿cuál es mi nombre?
—La Più Bella… —respondí con voz bromista— la más bella.
— ¿Ésa soy yo?
—Sí, sí, sí —me burle por sus preguntas, sin duda la chica había perdido su cabeza para ni siquiera recordar su vida.
— ¿soy una muñeca? —ella estiro el cuello hacia mi dirección como si me viera, y ladeando la cabeza sonrió. Algo dentro de mí, se erizo.
—Sí… y sabes, tengo ganas de jugar contigo.
Entonces, ella se levantó delicadamente, sus ojos vidriosos giraron y me buscaron, incluso en ese momento pensé que era natural, su cabello de estambre, se movió por el viento de la ventana y emitió un olor punzante a sangre.
Cuando se acercó a mí, ella se movió de una forma extraña… como si le costara el caminar e incluso, no supiera como hacerlo. Ella llevo su mano a mi rostro, y lo acaricio… vi tras esos ojos fosforescentes el mismo diablo, la venganza y el odio.
Sus dedos eran tan filosos como clavos, quizá por que en sus puntas los tenia. Gire mi mirada al mueble de las 99 muñecas y note que varios clavos faltaban, ¿Cuándo lo había hecho? ¿Ella los había arrancado?
Mis piernas cayeron al suelo, un dolor fuerte en mi vientre. Un dolor palpitante se arrastró desde la boca del estómago a mi garganta, retorciendo mis intestinos… haciendo mi cuerpo quebrase de dolor. Sus uñas de clavo se prendieron de mis labios arrancándolos de un tirón brusco.
Me arrastre en el suelo buscando una bocanada de aire, tratando de llegar a la ventana ella llego más rápido y la cerro de golpe.
—No siento nada ¿he?... veamos si tu no sientes, muñeco.
—Maldita… yo… te cree. Gracias a mí, estas viva.
Ella se retorció en una carcajada, se llevó las manos a la pequeña cintura dando vueltas en su hermoso vestido, incluso muriéndome… ella era tan bella. La amaba. Mi muñeca.
— ¿Estar viva? Ya no.
Me obligué a ponerme de pie… para estar frente a ella, mis órganos rodaron cayendo y ya a punto de morir, le sonreí… estaba feliz.
— “Un cabello de estambre tan rojo como sangre, un vestido azul pistache, unos ojos cual vidrio amarillo y unas mejillas rosadas como lirios, su sonrisa es larga y aguda, ella es la más bella y que su belleza duele de verla, es la muñeca más perfecta…"
—Juguete y humana…
Su rostro rosado, sus labios en una sonrisa enorme, sus ojos vidriosos observándome… incluso antes de morir, ella era… la más bella.
La Più Bella.
Muñeca humana.
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